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Mostrando entradas de noviembre, 2024

Ni siquiera tienes nombre

  Yo no quería ir a aquella boda. Odiaba la ropa que tenía que ponerme y, sobre todo, el lazo. No conocía a los novios ni a ningún miembro de su familia. Pero no podía elegir. Es lo que tiene no haber cumplido aún los diez años. Mi hermano era demasiado mayor para jugar conmigo, así que me esperaba un día aburrido hasta la angustia entre tacones y corbatas. El lazo, mustio, me picaba en la cabeza. Pero sucedió la magia: aparte del lazo, mi único recuerdo de aquel día es una niña de tez tostada que emergió, aburrida y sola como yo, de alguna mesa familiar con apellidos distintos a los míos. Puede que lo nuestro fuera un flechazo o simplemente la única salida, pero lo cierto es que después de saludarnos, el mundo desapareció a nuestro alrededor. Ahora es cuando sonreís un poquito condescendientes, porque ya se sabe que los críos acaban juntándose a jugar en cualquier circunstancia (¿a qué edad dejamos de hacer eso?) Pero no me banalicéis la memoria de aquella niña, por favor. Por...

Imposible abrazarse

  La semana pasada me vi inmersa en una sima de trabajo temible como un agujero negro. No me pilló del todo desprevenida, así que me había preparado mentalmente para ello. Lo que no sabía era que mi cuerpo, mi piel, no habían hecho el mismo entrenamiento. Pronto me di cuenta de que tenía una respiración de corto alcance y que el pecho se me hundía dos centímetros por debajo de su altura habitual, bajo el peso oscuro de una inmensa bola de osmio. De noche, a los pocos minutos de conciliar el sueño, me despertaba con el sobresalto de la presa cuando acaba de descubrir al tigre que la acecha entre la maleza. Creo que en el mundo científico se llama estrés. Una compañera me apretó afectuosamente la mano. No sabe ella, que probablemente esté leyendo esto, cuánta calidez pasó de su mano a mi torrente sanguíneo. Pero yo necesitaba un abrazo. Por motivos que no vienen al caso, no me encontraría con mi pareja hasta el viernes. Tengo la suerte de trabajar en un entorno amigo, todos los d...

Rima conmigo

Érase una vez una acuarela: una joven de abrigo verde sentada sobre una abollada maleta azul; la larga melena oculta su rostro. ¿La artista? Simplemente otra joven que, mientras tomaba cervezas en un bar de Lavapiés, hace ya más de veinte años, le contaba al camarero lo difícil que es ganarse la vida vendiendo acuarelas. Un buen día, el camarero, supongo que movido por la empatía de los hosteleros más compasivos, decidió comprar una de sus obras. De entre todas las que vio, escogió la de una joven triste de rostro oculto sobre una maleta cian. Y se la regaló a su novia. Aquí es donde entro yo en el relato. La pintura hablaba casi en un susurro, no me era fácil saber lo que me contaba. Pero era delicada. Triste y sensible como un secreto.  La colgamos en mi lado de la habitación, es decir, el lado de mis sueños. Supongo que toda pareja reparte los hemisferios de un dormitorio guiada por el espacio desde el que cada uno encara la noche. Ciertos meses después, el cuadro viajaba en una...

Ahí va la loca

  Me gustan los avances (o tráileres) de las películas. En los peores casos, a veces me gustan incluso más que las películas mismas. El otro día fui al cine; junto a mí, dos señoras perfectamente enlacadas conversaban copiosamente antes de que se apagaran las luces. Continuaron con el mismo trasiego verbal al comenzar los avances, de modo que esbocé un tímido Sshh . Sin resultado, me atreví con otro Sssshhh algunos minutos después, mientras pensaba en que la mala educación no entiende de edades. En vista de que tampoco funcionaba el segundo siseo, les rogué amablemente que dejaran de hablar. Una de las señoras, haciéndome pasar por lerda integral, me explicó que la película aún no había empezado. Lo sé, pero esto también nos interesa, respondí . A los pocos segundos, la pantalla intercaló entre tráiler y tráiler un anuncio de chicles sin azúcar. ¡Huy, qué interesante es eso, ¿verdad? Interesantísimo!, le dijo la vecina verborreica a su compañera, dos octavas por encima de...