¿Día de la Madre?
Hoy tenía ganas de llorar. Nada demasiado grave. Pero se resistía el lacrimal. Y el bultito de pena que me apretaba el esternón se engrosaba como un pequeño y ridículo tumor. Había que deshacerlo. Pensé en sacar algún álbum de fotos familiar; nunca falla si necesito dar rienda suelta a la sustancia acuosa de la tristeza, sobre todo si se trata de mamá. Han pasado 4213 días desde que murió. Murió. Todavía tengo que tomar una dosis extra de aire para poder usar ese verbo. Once años y medio, algo más. No me ha hecho falta abrir el álbum. Ni siquiera me ha hecho falta abrir el mueble en el que guardo el álbum. En realidad, ni siquiera me ha hecho falta moverme de la silla. Quizá pienses que idealizo la figura materna hasta el extremo de no poder superar su muerte. (Muerte. Otra palabra, la misma, casi). Y sin embargo, te aseguro que no es el caso. Nadie mejor que yo ─y mi hermano─ para desmitificarla. Pero qué quieres que te diga, era mi madre y todo el mundo la quería. Por algo se...